lunes, 14 de diciembre de 2015

Cuando llueve y dejo el paraguas.


Rápido, así fue que llegó el primer golpe, justo en el la parte superior del brazo derecho. Jamas pensó que un puñetazo fuese a doler tanto, porque creció creyendo que era como sus héroes televisivos y cinematográficos. A ellos nunca les pasó algo.Le tocó aguantarse el dolor,

Respiró profundamente e intentó imitar la primera expresión de rudeza que pudo recordar ¿le habrá causado intimidación al agresor ? Debía estar concentrado, no se puede pensar en una pelea. Sin embargo, continuaba imaginando todas esas patadas que vio por televisión. Sabía que los héroes siempre ganaban. ¿Él era el héroe?

Cuando asimilada el primer golpe, le tocó soportar el dolor del segundo:  un rotundo codazo en el estomago; no podía seguir pensando,  regresó a la realidad. ¿ ya surgía un ganador?

El resultado no podía ser preestablecido, la victoria jamás juega desde el principio. Él no creía en el destino y no creía en nadie. Muchas veces se le apreció el destino, muchas veces era la cotidianidad la que le daba los peores golpes. Era el momento de tomar venganza. No tenía entrenamiento , no estaba listo. Su oponente podría ser la corporeidad del futuro, el ente físico del destino o  el juez que lo sentencia todos los días. Golpe en el tabique. Empujón. Devolverle los golpes al destino, lo hacía sentir bien.

Ya hay sangre, multitudes de gotas de este liquido rojo caen al suelo. Un destello, un brillo nace en la mano del rival. Un objeto metálico quiere derramar más sangre y dejar marcas en el tipo que se cree Jean Claude.

¿ con qué se puede defender ? No llevaba un saco, no había nada. Se quitó el zapato, lo sostenía en dirección al contrincante. Pensó en lanzarlo, pensó en volvérselo a poner, pensó en agitarlo en el aire para imitar a Bruce con sus chacos. No le sirvió, no se puede pensar en una lucha.

Bastó tan solo un movimiento rápido para que el personaje con la navaja le proporcionara 3 cortadas de mediana gravedad en el torso. Lo único bueno;  es que así, ensangrentado,  se parecía a las  míticas personificaciones de los héroes griegos que se veían en la gran pantalla.

El destino se ríe, toda la situación está bajo su control. No puede ser el final. No puede existir el infortunio, no puede haber un final trágico. ¿ por qué debería terminar tan pronto? ¿Una vez mas debía vivir, resistir y morir ?.

Con mucha fuerza de voluntad, pero con poca fuerza física, se dirigió ferozmente hacia el enemigo. Iba gritando. Era un sonido que mezclaba todo lo que pensó y nunca dijo. Al final de cuentas era el sonido que hacemos al caer por el vacío. Dejó de gritar cuando sintió un fuerte puño en la cara, el golpe lo hizo retroceder, seguidamente sintió otro igual que lo hizo perder el equilibrio. Para no caer se apoyó de espaldas contra una pared.

Fueron 2 golpes directos, el primero en la nariz y el segundo en una mejilla. No había sentido dolor similar, sin lugar a dudas, era lo más cercano a la muerte.  Su vista estaba perdida, no había razón para mirar fijamente, ni el suelo empapado de sangre, lagrimas y sudor era digno de sentir su mirada.

No siempre existirá el final feliz. No siempre puede convivir la fortuna y la desdicha porque allí fue exterminado con 3 perforaciones en el pecho. No había compasión en la ira que demostraba al empuñar la navaja , no había sentimientos de culpa y la sangre no paraba de brotar.

Desde el principio se sabía el ganador. Lo que en verdad lo estaba matando era aceptar la idea del destino, esa era la verdadera navaja que lo atravesada. Esa navaja cortaba más que cualquier otra, por lo tanto es capaz de matar  más rápido. Mata los desprevenidos que no la ven llegar y los valientes que la enfrentan. No somos rivales a su altura.

Sin más preámbulo, el sujeto agresor se marchó lentamente.  En su cara figuraba la expresión de satisfacción. Aún podía escuchar los sonidos guturales de muerte los cuales producía su victima. Unos pasos más lejos, se dio la vuelta para mirar por última vez su obra maestra, él cruzaba la calle en ese instante, él no se fijo en el carro que se acercaba a toda velocidad.

La victoria no juega desde el comienzo y determinar su naturaleza es casi que jugar con los dados. El agresor fue arrollado fuertemente por un vil conductor. Quizás el conductor solo nació para estar ahí o simplemente fue el azar que lo llevó hasta ese lugar.Pero a él no le importaba  nada, así como llegó, se marchó. Se bajó del carro, miró el cuerpo arrollado y se fue caminando.

Minutos después, el arrollado y el apuñalado fueron llevados al hospital, iban en la misma ambulancia. Uno al lado del otro. No tenían mas vida por la cual luchar,  pensaban que el otro ya había muerto y que el ganador será quien primero recobre la consciencia.